Cada vez que Lana veía a Samuel le brillaban los ojos.
Ambos trabajaban como asesores legales en el despacho del señor Randolfo, pero en oficinas diferentes. A veces coincidían en actividades sociales de amigos o de la empresa, pero solo se saludaban tímidamente.
Samuel siempre llevaba un perfume dulce que la hacía envolverse en una ardiente pasión.
Cada vez que veía a ese hombre sentía que se quemaba; lo deseaba, pero no se atrevía a insinuarle que le gustaba, aunque un día de esos encuentros sociales hubo un acercamiento inesperado.
Samuel era un caballero… Estaba soltero, a pesar de ser el más codiciado.
Lana no entendía por qué, hasta que un día supo la verdad.
Era la noche del sábado y Lana estaba compartiendo en una fiesta con amigos en común, aunque ella no era muy fiestera, ni mucho menos tomaba con frecuencia, aceptó ir con su amiga Micaela, quien le había dicho que Samuel iría a la fiesta, así que Lana se animó, aunque casi dice que no, pero estaba tan clavada con Samuel que fue automático.
Si por Micaela hubiera sido, ella ya le habría dicho a Samuel que Lana se sentía atraída por él, pero prefirió dejar que las cosas fluyan y respetar la decisión de Lana.
La fiesta era en casa de Pepe, un antiguo compañero de trabajo de Lana, que le había confesado su amor, pero que ella sinceramente, y con todo respeto, rechazó. Lo intentó, pero no sentía química y prefirió no darle largas al asunto.
Lana y Micaela llegaron a la fiesta, y ahí estaba puntual Samuel guapísimo, como siempre.
-Hola, chicas, están hermosas -dijo Samuel al verlas.
Ambas saludaron, y como siempre, Lana sucumbía a los encantos de Samuel y sentía el corazón a mil. Olía delicioso.
Samuel se retiró para saludar a otros invitados y Lana agradeció al cielo, porque se moría por Samuel y no quería ser tan evidente, aunque anhelaba que él la mirase con ojos de amor y no como una compañera más.
Micalela se retiró primero, como para dejar espacio entre ambos. Además, vio a Alfredo y fue de inmediato hacia él, que no había notado su llegada ni la de la Lana. Estaban saliendo hacía poco.
Micaela y Alfredo se conocieron en una de sus visitas al consultorio de él, un reputado cardiólogo de 45 años de edad y muy atractivo con su canoso cabello.
Micaela era visitadora a médico y entre visita y visita se fueron enamorando; la química fluyó de forma fantástica y se inseparables.
Lana estaba un tanto aburrida y en ese momento fue al baño, al regresar vio a Alfredo y a Lana cariñosos como siempre.
Se acercó a ellos, saludó a Alfredo y le pidió a Micaela que le diera un momento.
-Alfredo, solo un momento –dijo Lana disculpándose.
-Lana, descuida, aprovecharé para ir al baño, Micaela no me dejará apartarme de ella, así que mejor voy ahora – dijo Alfredo con una risa sarcástica.
Todos rieron a carcajada y Alfredo optó por besar a Micaela que le correspondió con una sonrisa.
-¿Lana, cariño, pasa algo? –preguntó preocupada.
-No es eso, solo que estoy aquí con cara de pocos amigos y no quiero hacerte mal tercio con Alfredo –se sinceró Lana.
-Cariño, claro que no. Diviértete como quieras, sabes que los que estamos aquí no somos unos degenerados, dijo sosteniéndole la cara y un poco risueña.
-Es más, vamos por un trago, solo no te emborraches y ya está –dijo burlona, porque ella sabía que Lana se ponía contentona cuando tomaba demás.
Mientras ambas se tomaban unas margaritas, tuvieron la conversación inevitable.
-Lana, debes animarte. Samuel esta aquí y no veo que esté coqueteando con otras chicas, no creas que no le haya echado el ojo. Aunque no lo creas, Samuel es muy respetuoso y tímido. Pero he visto en varias ocasiones desde que llegamos que no le has sido indiferente como mujer; sé lo que te digo, sino mira quien está con el cardiólogo más codiciado – dijo horonda.
Tienes a tu favor que trabajas prácticamente juntos –dijo Micaela levantando los brazos.
Ambas rieron.
-Mira, ahí viene Samuel -dijo Micaela y lo llamó.
-No –dijo Lana susurrante
-¿Se están divirtiendo, chicas? –preguntó.
-Sí, pero Lana no está un poco aburrida y ya mi Alfredo está por ahí, así que mejor voy a atender a mi doc, necesito que me revise el corazón –dijo pícara
Micaela era una mujer muy desinhibida,
-Bueno, Lana, aquí estamos –dijo Samuel.
-¿Mucho trabajo? – comentó Samuel para romper el hielo.
-Sí, hay unos nuevos clientes que nos ayudarán mucho en la firma y el lunes me toca atender a uno de ellos.
-En la otra oficina del señor Randolfo también estamos atiborrados de mucho trabajo, sobre todo el departamento de contabilidad, el viejo se está llenando los bolsillos, en buena lead.
-Así es, ha sido un año maravilloso para las oficinas del señor Randolfo.
-Ya no hablemos de trabajo, a divertirnos, venga –insistió Samuel.
Lana se sintió un poco más relajada, pero ya tenía una margarita en la cabeza y eso la ayudó a desinhibirse ante Samuel.
-Necesito tomar aire fresco –dijo Lana, como por arte de magia, luego de haberse terminado la margarita.
-Pues vamos a la terraza. Pepe nos dio libertad de disfrutar su casa –la invitó.
-De acuerdo, es que hace calor –comentó Lana.
Samuel la miró extrañado, porque el ambiente en general estaba bastante fresco, aunque estaban el El Caribe, pues era invierno. El no dijo más nada y se dirigieron a la terraza.
Tomaron asiento en un espacio en donde solo estaban algunas macetas y ahí no había nadie, por lo que era perfecto para charlar.
-Hoy estás muy hermosa, no es que no andes impecable, pero hoy tienes un brillo diferente dijo y ella se sonrojó.
Lana lo miró y solo atinó a decir que se le había terminado el trago.
-¿Otra margarita? -preguntó Samuel
-Perfecto –dijo Lana.
Samuel se fue por la margarita de Lana y aprovechó para pedir un whisky, había toda una barra improvisada, la casa de Pepe era muy grande, el había heredado una fortuna de sus abuelos, era huérfano e hijo único, y además un prominente abogado con un despacho propio.
Samuel llegó con los dos tragos y Lana contemplaba la ciudad que estaba hermosamente iluminada.
-Aquí está tu trago y de paso pedí un Whisky –dijo Samuel pasándole el de Lana.
-Salud –dijeron
-¿Por qué tan sola esta noche? –preguntó Samuel extrañado.
-Pensé que Pepe y tú se entendían…. –dijo, pero Lana lo interrumpió y no lo dejó terminar.
-No sigas, sé lo que vas a decir, pero Pepe es solo un amigo más, el intentó, pero no hubo química –lo interrumpió para no darle largas al asunto.
-Tranquila, Alfredo y Micaela me han dicho que estás sola, pero me asaltó la curiosidad y prefiero escucharlo de ti. Solo te veo en el trabajo ocasionalmente y en las actividades no habíamos tenido un momento a solas como este.
-Bueno, pero si en esas estamos, ¿tú qué cuentas?
Y llegó el momento de saber la verdad de porqué Samuel estaba solo.
-No me gusta hablar de eso, pero ya que nos estamos sincerando. Te cuento que hace dos años me iba a casar con Janice y todo se fue al escusado cuando la sorprendí con mi primo George, un “playboy” que tenía más dinero y vida que yo – confesó.
-Ya la historia se cuenta sola y aquí estoy contándotela, no le había dicho esto a ninguna otra mujer, hasta ahora – concluyó
-Lo siento, hay cada caso – dijo Lana.
-No pasa nada, prefiero ser sincero. Pero eso ya es pasado, hace dos años de eso, justo el tiempo que llevo conociéndote a ti, luego de aceptar trabajar para Randolfo. Ambos están viviendo su mundo en Italia, eso supe. Yo me siento bien ahora y sé que algún día encontraré la correcta –manifestó Samuel mientras Lana lo miraba y sentía un fríííto en el corazón.
Hubo un breve silencio…
Lana pudo articular y sintió un alivio porque se sentía tan cómoda conversando con Samuel; era un tipazo, de piel bronceada y una contextura de Adonis. Como siempre olía rico.
-A ver, Lana, ¿quieres bailar?, veo que no has terminado tu trago –dijo Samuel rompiendo el silencio.
-Sí, me agrada la idea –expresó Lana con más confianza.
Sonaba un merengue y ambos se sintieron a gusto al rozar sus cuerpos. Cuando Samuel le tomó la mano, ella sintió un corrientazo.
-Wow, bailas muy bien, no lo había notado –dijo Samuel
Lana se sintió halagada y la estaba pasando genial. No se había equivocado con Samuel, era un caballero.
Terminada la música volvieron a sentarse.
-Lana, ¿deseas comer algo? –preguntó.
-Siendo honesta, me muero de hambre, así que acepto –dijo
-Voy a buscar algo, ya vengo. Traeré un menú variado.
-Bien, nada con picante, eso sí, soy alérgica –dijo
-Ya lo sé – no lo olvidaré.
En ese momento, le escribió a Micaela para que sepa que todo iba viento en popa.
-Micaela, Samuel es un sol, va a la barra por algo de comer, no te preocupes por mí. Si tienes que irte, porque te conozco, despídeme de Alfredo y nos hablamos de todo y de nada – escribió.
Micaela escuchó vibrar su celular, la estaba pasando genial con Alfredo que ya estaba en punto y ella era de armas tomar.
-Te lo dije, amiga, disfruta. Besos –respondió Micaela.
Samuel llegó con una bandeja con salteado de verduras y carnes y con una variedad de mariscos. Además, con dos botellas de agua.
-Llegó la comida –dijo sonriente.
-Déjame ayudarte – dijo Lana y de inmediato le ayudó a colocar todo en una mesita que estaba al lado de un diván acogedor.
-Gracias, Samuel, se ve todo muy rico. Ahora a ver si sabe así como se ve–musitó.
– Pepe es muy atento con todo siempre y contrató un buen servicio de catering. Por cierto, vi a Micaela y a Alfredo que están disfrutando de una rica paella, si deseas, podemos pedirla.
-Descuida, está bien con esto –dijo.
-Buen provecho – dijo Samuel.
-Gracias –indicó.
Ambos coincidieron en que estaba deliciosa la cena.
Luego de la cena, retomaron la conversación y empezó a sonar una balada de los 80’s.
-Lana, no sé si te gusta la balada, pero a mí me encanta, y en algún momento de mi vida yo bailaba de vez en cuando en mis viajes a Nueva York – comentó.
-Sí, me encanta, yo también en algunos de mis viajes a la Gran Manzana he disfrutado de esas noches románticas – confesó.
-Pues aquí no es Nueva York, pero quién nos verá como dos cursis aquí arriba – se preguntó sarcástico.
Lana emitió una carcajada y agradecida de aceptar ir a la fiesta. Se sentía feliz.
La música ochentera en inglés seguía a buen ritmo, casi se terminaba la canción, pero Samuel la invitó a bailar, de todos modos, pero de inmediato empezó otra aun más romántica.
Lana aceptó, y de repente, Samuel la atrajo hacia sí y sintió la respiración acelerada de ella. Entre ambos había surgido una química que ninguno de los dos se explicaba.
-Si quieres paro, Lana, si no estás a gusto, y esperamos algo más tropical -dijo
-No, no es eso, es que no había tenido tanta cercanía contigo, más que en asuntos de la empresa, aunque un tanto distante, pero ahora es nuevo para mí.
Aunque Micaela le había dicho que era soltero, Lana quería escucharlo de su boca.
-Samuel, no es por nada, pero ¿estás saliendo con alguien? – preguntó.
-No tengo novia, recuerda que te mencioné lo de Janice y hasta ahora estoy libre, pero podría acabar esta noche.
-No sé a qué te refieres exactamente, pero no soy de esas… – dijo, pero Samuel la interrumpió
-Espérate, me estás confundiendo, Lana. No soy ningún don Juan o degenerado. Sé quién eres, y aunque no he estado tan cerca de ti, sé que eres una mujer soltera y sin hijos, lo sé porque Micaela, además es mi amiga también y sabes que es muy parlanchina, pero una buena chica hay que reconocer.
-Lo de Pepe fue una duda pasajera – le confesó.
-Lana, no te había tenido tan cerca como hoy, pero si te molesta olvida eso y disfrutemos la fiesta. Si quieres te dejo sola –insistió.
-No he dicho eso, disculpa, es que soy muy directa – dijo.
-Pepe se acercó a ellos y les indicó que en una hora debían culminar la fiesta, porque a la medianoche era el límite en el área donde vivía y les preguntó que si la estaban pasando bien. Ambos asintieron. Pepe había dejado atrás lo de Lana, pues era un hombre de mundo y no se iba con rodeos. Al final todos eran buenos amigos.
Eran casi las 12 de la noche y siguieron conversando de sus vidas en un sillón que daba a la ciudad que esa noche brillaba con las luces de Navidad.
Por un momento, se hizo un silencio y como un imán ambos terminaron besándose y ella sentía que se quemaba y lo deseaba como loca, pero se alejó de Samuel de repente.
-Disculpa, Samuel, me tengo que ir –dijo Lana dejándolo confundido.
-Espera, Lana – dijo, pero ella se retiró sin más.
Lana dejó a Samuel con dudas y confusiones, por no saber si hizo algo inadecuado.
Lana alcanzó a ver a Micaela con Alfredo, se estaban divirtiendo, aunque ya faltaba poco para terminar, pero prefirió retirarse antes de que Samuel la alcanzara, le escribiría para no preocuparla.
Pepe la alcanzó a ver y se acercó a ella
-Lana, ¿qué pasa y Samuel? Estás fría, no quiero pensar mal, pero dime si Samuel se excedió, somos amigos y sé que es un tipazo, pero no le permito que se pase contigo, aunque no llegamos a nada, somos amigos y te aprecio mucho.
-No, para nada, es un caballero, pero necesito descansar –dijo sin dar más explicación.
-Ya sabes que estoy para ti –dijo.
Lana llamó un taxi y se fue, ambas prefirieron llegar así a la fiesta para no manejar. En ese momento llegó Samuel y Pepe no esperó a que le dijera nada y le pregunto que si había pasado algo, que Lana era una buena chica, que no la lastimara.
– ¡Qué pasó brother? , sabes que soy un caballero y hoy sentí que Lana es muy especial – dijo uniendo las manos.
– Disculpa, lo sé amigo, ella me rechazó y yo lo sentí mucho, pero me alegro por ti – dijo Samuel poniéndole la mano en el hombro.
-Descuida. Vamos y te ayudo a terminar la fiesta para que tus vecinos no llamen a la policía – dijo y adelantó el paso.
-Vamos – dijo Pepe y le siguió.
La fiesta estuvo maravillosa y todos se despidieron felices.
Samuel se fue pensando en Lana y, a la vez, sintiéndose atraído por ella, porque ese rato juntos fue maravilloso, a pesar de que ella se retiró dejándolo inquieto.
Lana le envió un mensaje de texto a Micaela desde el taxi diciéndole que todo estaba bien y que descansaría en cuanto llegara a casa.
Micela la entendió y dejó todas las energías para Alfredo esa noche y ya el domingo o el lunes hablarían.
Al día siguiente era domingo y Lana aprovechó para descansar, pero paso toda la noche pensando en ese beso con Samuel. Ella sintió un chispazo, pero tenía miedo de que el descubriera su amor y le rompiera el corazón, a pesar que el dijera que estaba soltero y que eso podía cambiar, como si fuera una insinuación.
Lana se comunicó con Micaela y le dijo que quería estar sola, que luego se reunirían a tomar un café. Micaela sabía que ella prefería la soledad y que efectivamente en su momento hablarían.
El lunes por la mañana Lana se dirigió a su oficina y la secretaria la recibió con unas flores y una nota; era de Samuel.
-Gracias por la noche tan agradable, aunque fugitiva, pero agradable. Te invito un café. Samuel. Te dejo mi número personal. Un beso –decía la cartita que acompañaba el arreglo floral de rosas.
-Gracias, Lucía –dijo Lana a su secretaria y se dirigió a su oficina.
Las flores estaban tan hermosas como sorprendida estaba Lana. Ella pensó que Samuel la vería como una tonta caprichosa por salir así.
Lana terminó unos pendientes y se los envió correo al señor Randolfo.
Lana era muy eficiente y responsable.
Ese día no le escribió a Samuel, que también debía estar muy ocupado porque era una fecha de muchos cierres de trabajo, para agradecerle. Estaba inquieta porque quería a Samuel en su vida, pero temía que la noche solo fuera un arranque de pasión, no obstante, miró el detalle de las rosas y la tarjeta y la estaban haciendo pensar diferente.
Llamó a Micaela, le contó lo de las flores y la invitó a almorzar y ahí le contó lo de su salida abrupta de la fiesta en casa de Pepe.
Ahora sí Lana, ¿qué pasó anoche que saliste sin más de la fiesta? De ahí vi a Samuel todo misterioso, porque le pregunté por ti y solo me dijo que querías descansar.
-Micaela, nos besamos –confesó Lana.
-¡Qué! – exclamó sorprendida, porque ella sabía lo psicorígida que era Lana.
-No lo sé, me dejé o nos dejamos llevar y se dio. Dios, pero me encanto. Samuel gusta mucho. Micaela, siento una química con ese hombre que me asusta.
-No entiendo porqué te fuiste, entonces – dijo Micaela confundida porque no le vea nada de malo.
-Es que me puse nerviosa y lo único que supe hacer fue retirarme, soy una tonta, Dios dijo.
-No, Lana es solo que estás tan clavada con Samuel que actúas como adolescente – dijo Micaela.
Ambas rieron.
-Pero y lo de las flores qué, ya le diste las gracias –la cuestiono su amiga.
-Aún no le he respondido la invitación que dejó en la tarjeta que acompañaba las rosas – dijo Lana.
-¿Qué esperas, Lana?, no seas exagerada, Samuel dirá que eres una mal educada. Además, no es un desconocido. Ambos trabajan para misma empresa, aunque en oficinas diferentes, pero sabes que no es pelafustán – le reprocho Micaela.
-Tienes razón – ya no soy una chiquilla y no voy a dejar que Samuel piense que soy una caprichosa –externó Lana.
-Samuel es un hombre decente, lo conozco y su amigo Alfredo podría decirte. Hace mucho terminó con una novia que tenía que lo volvía loco con su intensidad. Lo sé por Alfredo y que es el soltero más codiciado, al menos en cada encuentro con los amigos. El ha sido paciente de Alfredo desde un día que fue con una opresión en el pecho y era solo estrés y porque su antigua novia le jugo sucio, aunque no sé exactamente de qué se trató su rompimiento. Sufrió hasta de corazón roto, pero ya veo que está de nuevo en el ruedo del amor – dijo sosteniéndole la cara a Lana.
-Eres una diablilla, Micalela, una junta corazones. Alfredo sana el corazón físico y tú el emocional.
Ahora mismo le escribes a Samuel y dejas de estar de postergar. El es un buen partido y siempre te ha llamado la atención. Si las cocas se dieron así, aprovecha.
-¿No te gustó el beso o qué?
-Claro que me gustó, tanto que me fui como una loca. Si antes me atraía Samuel, ahora me encanta. Y solo me tome un trago y medio, así que estaba en mis cabales –dijo como si ganara una apuesta.
Terminaron la conversación y se despidieron. Micaela le insistió que lo pensara y se animara a hablarle a Samuel.
Samuel estaba en la ducha cuando recibió varias notificaciones en su celular.
Cuando salió de la ducha, reviso el celular y vio que el número no le era familiar, pero al leer los mensajes supo que era Lana.
-Gracias por el detalle de las flores. Acepto la invitación al café. Lana –decía el mensaje acompañado de un corazón.
Samuel sonrió y se sintió como cuando salía en sus años mozos. Lana era una mujer muy tierna, a pesar de verse tan seria a la hora de las reuniones en las que pudo verla.
Concertaron para el viernes y ambos se citaron en un café que Samuel conocía y que conectaba mucho con la personalidad romántica de Lana, pues en la noche que estuvieron conversando él se dio cuenta de que era especial.
Samuel la esperaba en el lugar pactado.
Samuel se levantó de la silla y de inmediato le haló la de Lana y ella de inmediato se sentó; era un caballero totalmente.
Hermoso este lugar, Samuel, hacía tiempo que no visitaba un sitio tan acogedor y romántico.
Conversaron y entre café y pastel de limón la pasaron genial. Lana se disculpó por lo sucedido esa noche que se besaron
-Tranquila, hermosa, te entiendo –dijo.
-Lana notó que Samuel era tan diferente a Albert y a otros chicos con los que había salido. Ella no quería que pasara el tiempo mientras estaban juntos.
Samuel y Lana se despidieron y seguían hablando por teléfono y, en una que otra ocasión, salieron a cenar y a compartir en eventos de la empresa y se miraban de reojo, para guardar un poco las apariencias.
Ambos eran muy profesionales.
El sábado 22 de diciembre Samuel invitó a Lana a un seminario en Punta Cana sobre marketing en asuntos legales en la era digital en Punta Cana. Ella aceptó, necesitaba seguir expandiendo sus conocimientos y, además, se sentía muy a gusto con Samuel, pero aun solo se estaban tratando y no habían pasado más que unos besos y no le había pedido que fuera su novia, pero ella se sentía muy feliz con lo que estaba viviendo, pero esperaba que todo fuera viento en popa y llegar más allá. Se controlaba, pero deseaba estar en los brazos de Samuel y sentir su virilidad.
La conferencia duraría dos días; sábado y domingo y el lunes siguiente era feriado.
Se chequearon en el hotel y cada quien se fue a su habitación.
Compartieron con grupos de distintas provincias y países. Lana notó que una de las participantes miraba insinuante a Samuel y ella sintió una especie de cosquillita de celos.
Una de las noches de fiesta luego de aprender de todo sobre mejora del marketing y estructuras de negocios decidieron aprovechar y compartir en la discoteca del hotel. Allí estaba Susy, la que se le insinuaba como una serpiente. Era una exitosa contadora, según sus redes sociales, e innegablemente hermosa.
Lana fue un memento al baño y cuando regresó Susy conversaba con Samuel y sintió un calor que la dominaba, porque parecía que Samuel estaba muy a gusto. Se fue al bar y pidió u trago dejando a Samuel con Susy.
En el bar Lana vio un compañero de la conferencia, era muy guapo, pero a ella le gustaba Samuel.
Samuel le escribió a Lana porque no la veía y se había tardado en el baño, pero ella si sabia donde él estaba.
Lana le contesto.
-Salí a tomarme un trago al bar y la estoy pasando bien con uno de nuestros compañeros de la conferencia.
Lana – no te muevas ni aceptes bebidas de desconocidos –le indicó.
-Se cuidarme sola, no te molestes, estoy con un compañero de la conferencia y es muy agradable, igual que Susy.
-Samuel sintió que Lana estaba celosa y sin razón a su entender, pero se puso ansioso por Lana, aunque él la miraba con ojos de amor, no fue sino hasta ese m omento que se dio cuenta que la quería solo para él.
-Lana, aquí estas –dijo y saludo al acompañante de Lana, que estaba muy colorido.
-Ay, hola, Samuel. Él es Tony y relacionista público y experto en marketing digital.
-Se la están pasando bien por lo que veo – dijo Samuel con recelo.
– ¿Y Susy?-preguntó y Samuel le repitió la pregunta.
-¿Susy? – preguntó dudoso.
-Ah, es que te vi que la estabas pasando muy bien con ella y el grupo y decidí del baño pasar al bar y aquí estoy pasándola genial –dijo Lana con intención de darle celos a Samuel que se sentía confundido al mirar a Tony.
-Tony, un gusto –dijo Samuel de forma cortés.
-Lana se adelantó antes de que Samuel dijera cualquier cosa y le dijo que se verían dentro de un rato, que bailaría un rato con Tony –dijo mientras miraba a Tony.
Samuel estaba extrañado de la actitud de Lana y de cómo actuaba con ese recién conocido.
-Cuídala, hermano –atino a decir Samuel y se retiró pensativo.
Lana no quería nada con Tony, y además, no era su tipo, solo quería darle celos a Samuel y fue parte de un plan tramo con el nuevo amigo, pues cuando llego al bar se dio una conversación que dio al traste de que Tony le confesara que era gay, que solo la vio agradable y quería ser su amigo. Entonces Lana tramo su plan cuando Samuel le escribió y se acercó al bar.
-Gracias, Tony. No se pero acabo de tratarte y me encanta conversar contigo –dijo Lana.
-A mi también, Linda. Tienes una energía muy linda –dijo.
-No sabes lo que esforcé para parecer hetero, pero es por una buena causa. Esa Susy se ve de armas tomar o muy seductora. La caché desde que llegó con ese vestido rojo y perfume caro.
-Si quieres terminar de conquistar a ese hombre, debemos trabajar para que esta noche estés radiante y esa Susy se vaya a volar.
-Vamos a comer algo, te vas a tu habitación y le escribes a Samuel que te acostaste temprano, que mañana hablarían – le sugirió Tony.
Lana lo hizo así y al otro día se vieron en el último día de la conferencia que cerraría con una cena. Era el domingo y todos compartieron cómodamente en la mañana en la conferencia, almorzaron y se divirtieron un poco en la piscina. Lana y Samuel hablaron y ella se mantuvo parca y él le reclamo incluso, pero ella le dijo que todo estaba bien y que compartirían en la cena de cierre.
Lana hizo todo lo que le indicó Tony y Samuel parecía casi preocupado, sin imaginar que Tony no era competencia, estaban en polos opuestos.
El domingo por la noche, y último día de la conferencia, había una cena especial de despedida para los asistentes.
Tony también sabía de estilismo y hacía dualidad en su trabajo.
Se fueron a la habitación de Lana, que estaba en el segundo piso, muy ventajoso porque Samuel estaba hospedado en la primera planta.
Samuel le escribió y ella le dijo que todo estaba bien y que se verían en la cena con los demás.
Cuando Lana llegó al restaurante todos se quedaron mirando, porque estaba radiante. Tony había hecho un excelente trabajo.
Samuel y Susy estaban en el mismo grupo. Lana se sentó en una mesa con Tony.
Samuel no le quitaba la vista de encima. Llevaba un vestido blanco y la melena en bucles que hacían resaltar sus carnosos labios. Cenaron y en un momento Lana y se comportó tal y como Tony le indicó. Samuel se pasó toda la cena mirándola y escribiéndole al celular, porque no podía moverse hacia donde ella estaba
Se terminó la fase de orientación de la conferencia y todos se levantaron a compartir y a degustar de todo lo servido.
Samuel se acerco a Lana, por fin, y le reclamó que se tornara fría con él.
-Samuel, pero tú y yo no somos novios, bien puedes hacer tu vida con la tal Susy o con quien te plazca.
-Y tú con el tal Tony –dijo celoso.
Lana se rió, pero no le dijo que Tony era gay.
Ja, ja, ja. Parece que estas celoso –dijo Lana mirándolo picara, el vino la desinhibió.
-Para nada, pero no entiendo cono es que estas con ese Tony que acabas de conocer –mintió Samuel., porque obviamente le carcomían los celos.
-Y Susy es tu amiga de toda la vida- me imagino –dijo sarcástica
-Lana, qué te pasa desde ayer llevamos casi 24 horas aquí y te noto indiferente, no te he hecho nada dime, ¿qué te pasa?
-Es así no me has hecho nada. Dame un permiso que voy a tomar algo –dijo Lana sorprendiendo una vez más a Samuel. Esa no era la Lana de aquel beso, de aquella fiesta.
– Estas hermosa, Lana. ¿Te busco una copa de vino? –preguntó Samuel.
-Tal vez no más que Susy –dijo
-No me interesa Susy. Además, no eres mi novia –le dijo y se arrepintió porque fue una estupidez decirle eso a la mujer que le estaba robando el corazón.
-tienes razón –dijo Lana y se fue con el corazón arrugado. Se acercó a Tony y le dijo todo.
Tony miro a Samuel y vio que hizo un gesto de rabia que casi rompe la copa de vino que le habían servido.
-Lana, es mejor que esto se resuelva, mañana ya esto no será más que una historia y tú te irás, pero obvio que vamos a ser amigos y Samuel debe saber que no voy en sintonía contigo, ya me siento estresado de hacer el papel del típico macho dijo Tony.
-No quiero que dañes mi obra de arte, linda. Anímate y toma una copa de vino –le pidió Tony.
Lana tomó un trago y se sintió miserable porque pensó que tal vez había exagerado.
-Lana, te dejo un momento, ahí va un guapo que me tiene ufff –dijo Tony y se marchó,
Lana se movió y Samuel la siguió.
-Lana, disculpa por lo que te dije, soy un estúpido. No te invité aquí a pasar malos ratos –dijo Samuel apenado.
-No todo estuvo mal, por lo menos conocí a Tony -insistía Lana cuando Samuel le reclamó.
-Tony, Tony – lo acabas de conocer y lo tienes como si lo conocieras de todo la vida –dijo molesto.
-¿Te gusta? – le preguntó con el corazón en la boca
Lana le respondió.
-La verdad, no me gusta mentir ni envolver las cosas, Samuel. Te cuento que Tony es gay y él mismo me lo confesó ese día en el bar. Ni siquiera bailamos. Solo hablamos y de ahí surgió el plan para despistarte, porque de veras me dejé dominar por los celos cuando salí del baño y te vi tan cerca de Susy que no dudé que se besasen mientras te susurraba algo –se sinceró Lana.
-Me sorprendes Lana, pero todo eso por Susy. Ha sido una confusión. Hemos estado en un mar de situaciones complejas con Susy y Tony –dijo riéndose triunfante porque Tony no era más que un cómplice.
-Aquí esta la razón del “susurro”. Resulta que Susy que Susy es casada y solo quería proponme un trío, pero eso no me va, yo no entro en esas y cerré ahí mismo. Debe andar buscando al protagonista, ella y su esposo son muy mente abierta.
Lana se sintió avergonzada y ambos se rieron por lo que había pasado en tan poco tiempo.
-Pero, aunque yo sé que no soy tu novia, me pego fuerte que me lo restregaras en la cara –dijo Lana.
-Solo fue un impulso y estaba celoso de Tony, que ya sabemos que es lo que le gusta – dijo.
-Sí, mira justo ahí viene – señaló.
Tony llegó todo varonil, pero Lana, lo sacó de su sufrimiento.
-Tranquilo, Tony, ya Samuel lo sabe todo –le explicó Lana.
Tony se siento relajado y suspiró saludando a Samuel como era realmente.
-Hola, guapo, Lana es una dama exquisita, así que… -comentaba Tony y Lana no lo dejó seguir, temía que se complicara todo de nuevo.
-Todo aclarado, Tony –lo interrumpió Lana.
Guapo un placer
-Un placer, Tony, gracias por ponerla tan hermosa. Lana me dijo que eres un maestro del estilismo y ya veo que si –reconoció Samuel.
Tony se sintió halagado por el reconocimiento de Samuel. Se inclino y se puso a su servicio.
-Creo que aclarado todo seguiré en conquista de Rodrigo, que esta para comérselo –dijo.
-Lana, sabes que tienes un confidente y nos reuniremos todos para reírnos de esto –dijo y se retiró.
Después que se fue Tony y aclarado todo, se dirigieron hacia la playa.
-Lana estás hermosa y haberte invitado aquí y pasar por todo esto me ha hecho comprender que quiero todo contigo. Estaba roto y sé que fui egoísta, porque en el poco tiempo que hemos estado saliendo he sentido una pasión y un interés por ti que no había confirmado hasta estos días en que creí que te perdería con Tony –confesó.
–Perdóname y olvida lo que dije de que no eras mi novia –dijo arrepentido.
-¿Me perdonas? – preguntó suplicante.
-No hay nada que perdonar, yo también hice mis travesuras, estamos a mano –dijo pícara.
-Hace frío, deberíamos volver al salón –dijo Lana
Podemos solucionar eso, dijo Samuel y la abrazó.
Lana no se resistió, más bien se quedo abrazada a él mitrando lo hemos de la noche y oliendo la sal de un mar clamado y romántico.
-Lana, me gustas y hoy me he dado cuenta que no quiero perderte. ¿Quieres ser mi novia? – le preguntó y le besó la frente mientras la seguía abrazando.
-Quiero sr tu novia, Samuel, quiero ser tuya y ya no me apena. Este viaje a este hermoso lugar me ha hecho darme cuenta que quiero disfrutarlo contigo sin censura –confeso Lana y le devolvió el beso, pero en la boca, muy apasionado y cargado de deseo voraz.
-Samuel sentía que su erección lo delataría, pero sintió que la química de Lana y el era ardiente.
Lana, me estas matando, me siento emborrachado de ti. Sé que hemos salidos un par de meses, pero quiero que seas mía esta noche y siempre. No te fuerzo a nada, pero te deseo con locura y no quiero dejarte ir –dijo Samuel temeroso de que Lana se ofendiera, pero la noche, el frío y la playa jugaron a su favor porque Lana lo volvió a besar y se tiraron en la playa deseándose.
El agua de mar y la arena cubrieron sus blancas ropas por la cena deliciosa de despedida, y sus sexos se humedecieron del deseo y pedían más.
Mientras la besaba tirada en la playa, Samuel le susurró al oído que la deseaba como un loco.
-Lana, me encantas y quiero más de ti, te quiero toda, te quiero siempre –dijo jadeante.
-Samuel, yo también, pero temo que nos vean –dijo Lana y se paró.
Samuel temió que pasara lo de la cena, pero Lana lo agarró de las manos y lo invitó a su habitación.
-Quiero que me lleves a las estrellas en mi habitación y te quedes conmigo esta noche –dijo y Samuel no podía creer lo abierta que estaba Lana esa noche.
-Tranquilo, aprendí algo de Micaela, pero con Sus lo materialice al verla coqueteándote, me dije tonta por ser tan rígida con mis deseos, aunque mi esencia es la misma, soy una dama que no te quepa dudas, pero es que a veces necesitamos un impulso y sacar la pasión que llevamos dentro.
Lana estaba nerviosa pero estaba segura que quería entregarse a Samuel, ya no eran unos adolescentes.
Llegaron a la habitación de Lana y estaba un poco nerviosa, pero ansiosa por ser de Samuel, por llevar a la realidad lo que sentía por ese hombre.
Samuel la abrazó y empezó a besarla con tal pasión que ella sentía que se derretía por dentro. Sus pezones se endurecieron mientras él le quitaba la ropa con una experiencia magistral. Samuel era fuego y ternura a la vez.
-Eres hermosa, Lana – dijo mientras se acercó a sino de sus pechos que de inmediato exhibieron sus pezones y ella jadeo.
-Tú eres tan varonil y miro su falo que le ofrecía el néctar de los dioses.
Se dieron besos y caricias en el cuello y los pechos y Lana se hinco y acaricio la erección de Samuel que sabía a gloria, lo saboreó y lo succionó hasta sacar la esencia que se tragó famélica.
Samuel estaba anonadado, aquella conservadora mujer era una fiera y lo hizo sentir en el cielo y en el infierno al mismo tiempo, quería que fuera eterno. No dijo nada y se hincó y la empezó a besar de nuevo y la tiró al piso donde ambos se perdían en una ardiente pasión inigualable.
Samuel le besó el vientre y no pudo resistir la humedad que emanaba de Lana cuando le tocó su intimidad con la mano derecha y lo invitaba a embriagarse, porque luego procedió a besar el monte de Venus y su lengua quiso ir más allá y le lamio el clítoris y se lo chupó mientras acariciaba uno de sus pechos. Lana gemía pidiendo más y le sostuvo la cabeza y agarró con fuerza el cabello, sin lastimarlo, y él siguió hasta hacerla al clímax de tal forma que el torrente de Lana Samuel lo sintió en la boca y lo saboreó sorbió como la vid de la pasión, y desde ese momento fueron uno.
Luego se abrazaron y volvieron a la cama repitiendo nueva vez. Entonces Samuel la penetró con su desarrollado falo y la hizo gritar su nombre y ambos llegaron a un orgasmo que temieron se escuchara en la habitación contigua. Tanto así, que Samuel la besó y sus quejidos murieron en su garganta. Ambos se quedaron exhaustos.
Al día siguiente, que era lunes, regresaron a la capital. Los demás se iban el domingo día en que acababa la conferencia, pero Lana y Samuel acordaron quedarse hasta el lunes porque era feriado.
Cuando llegaron a la ciudad, le contaron todo a sus amigos Alfredo y Micaela.
Al año, Samuel y Lana se casaron y pusieron su propia oficina de asesoría legal. El señor Randolfo fue el padrino de la boda y Micaela la madrina.
Tony y su pareja Rodrigo fueron parte de los organizadores, Rodrigo era un destacado decorador de eventos. Micaela y Alfredo asistieron a la boda y luego del casamiento le confesaron a Lana que serían padres y que ese mismo año formarían su propia familia, porque ya era hora de ambos tranquilizarse por la criatura que venía en camino a transformar sus vidas, aunque luego que nació Miranda se daban unas escapaditas para disfrutar su amor a plenitud y la madre de Micaela cuidaba de la pequeña, ella era feliz con nieta y prefería que la dejaran con ella y no con la nana; era una abuela celosita.
Samuel y Lana los felicitaron y disfrutaron de una boda muy elegante con amigos cercanos y hasta con Susy y su esposo, que se sumaron como nuevos amigos.
Después de la conferencia se conformó un grupo de mensajería y ahí empezó todo con Susy y le hablaron de Pepe, que siempre fue mente abierta. En la boda, Pepe se puso a la orden y hasta hoy siguen su aventura de tres; Lana tenía buena intuición, porque no iba a poder seguirle los pasos a Pepe, fue mejor ser amigos.
Samuel y Lana viajaron a Nueva York y dejaron en manos de asesores de confianza la parte de oficina mientras disfrutaban e la ciudad que nunca duerme de las baladas que ambos amaban.
Lana está esperando su primer hijo.
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